Se convirtió en madre adoptiva de 14 niños en África con sólo 26 años
- 25noeisa
- 10 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Un viaje a África al terminar la escuela cambió su vida para siempre, así como también la de 14 niños huérfanos que, por primera vez, pueden palpar un "futuro" para sus vidas.

Esta historia no sólo se trata de una joven mujer de Londres que decidió cambiar su vida para siempre, sino también de 14 niños con un pasado manchado por el abandono, el hambre, la corrupción y distintas formas de abusos.
Todo comenzó con un "corto" viaje como voluntaria, que la británica Letty McMaster realizó luego de terminar la escuela a los 18 años, a un azotado lugar llamado Iringa, a unos 260 kilómetros de la capital de Tanzania, África.
Letty había viajado sólo por un mes allá por el 2012, para prestar su trabajo de voluntariado en un orfanato en ese pueblo africano. Nunca esperó que la realidad fuera tan tosca y la hiciera permanecer allí por tres años.
El panorama en ese momento se presentaba de la siguiente manera: los niños vivían en las calles, no comían ni asistían a la escuela, eran abusados y por si fuera poco, las instituciones que administraban el dinero que organizaciones de todo el mundo les enviaban como donaciones, se las guardaban para beneficios propios, por lo que los niños sólo se alimentaban una vez al día. En fin, eran víctimas de la corrupción en la cara más dura que ésta puede mostrar: nada de compasión.
Ser golpeada tan duramente por una realidad que se puede evitar si más personas fueran como ella, Letty decidió tramitar los permisos para abrir su propio Hogar para niños en Iringa, luego de que cerraran el orfanato en el que ayudaba, y que los niños quedaran desamparados nuevamente. Nueve niños quedaron sin hogar en ese momento. Es así como nace la Fundación Street Children Iringa, registrada en el Reino Unido, que ya a ha acogido a otros cinco niños que ella conoció en las calles.

La batalla de esta mujer británica no sólo buscaba darles un lugar dónde vivir, sino que además, deseaba que ellos encontraran un "hogar", una familia en ella, por lo que peleó por obtener la tutoría legal de esos niños y así brindarles lo que por primera vez escuchaban y siempre se les había negado: "oportunidades".
Y así ocurrió. Iddy se había quedado sin padres a los dos añitos de edad. Vivió en las calles la mayor parte de su vida "amparado" de alguna manera, por pandillas callejeras. Luego de conocer a Letty, Iddy se transformó en un talentoso boxeador y músico que es escuchado en todas las estaciones de radio de Iringa.

Gosberth, otro de los hijos de Letty, actualmente es el alumno número uno de su clase en una de las mejores escuelas privadas del país, al igual que Eva, de 19 años, quien fue nombrada presidente de su año en la universidad y que, inspirada por las acciones de su madre, ya posee una pasantía como voluntaria en una ONG internacional.
Otro de sus hijos, Razarlo, estudia para convertirse en guía turístico en el parque nacional. Por su parte Eliah, quien fue encontrado en las calles en pleno invierno con solo una camiseta, luego de que su madre falleció, es uno de los 20 mejores alumnos de su escuela.

Fred, un niño de 11 años, no había comido durante días cuando fue hallado por Letty en un basurero. Tras mudarse al hogar en 2019, fue aceptado en una prestigiosa academia de fútbol.
“Quería que tuvieran una vida familiar normal", comentó Letty que todas las noches sale a las calles acompañada por sus hijos mayores, a buscar más niños sin hogar.
Actualmente, Letty cuenta con otro hogar para niños de la calle en el que sólo abre tres días a la semana y brinda alojamiento, comida y otros recursos, para mantenerlos lejos del alcance de pandillas.
Su trabajo es intenso y ejemplar. Trabaja tiempo completo durante nueve meses al año y luego, regresa a Reino Unido en lo que resta del año, para recaudar fondos para mantener sus hogares a través de eventos patrocinados y un baile benéfico anual. Su historia fue tan impactante que los fondos fueron suficientes para arreglar la casa que alberga a los niños rescatados de la calle y que hoy cuentan no sólo con un lugar donde dormir y comer, sino que además, reciben educación primaria, secundaria y universitaria.
“Estos chicos son mi vida", contó la joven conmovida, y terminó diciendo “Soy la figura paterna en la casa; algunos de los niños pequeños que nunca tuvieron padres me ven como su madre, pero la mayoría me ve más como una hermana mayor, ya que no soy mucho mayor que algunos de ellos”.

(Todas la imágenes usadas en esta nota fueron tomadas de la WEB)
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